DOS TIPOS DE VALORACIONES

Abril de 2007

Hay dos maneras diferentes en que la gente te juzga. En ocasiones juzgarte correctamente es el objetivo final. Pero hay un segundo tipo más común de juicio donde no lo es. Tenemos la tendencia a considerar todos los juicios acerca de nosotros como del primer tipo. Probablemente seríamos más felices si nos diéramos cuenta cuáles son y cuáles no lo son.

El primer tipo de juicio, el tipo donde valorarte es el objetivo final, incluye los casos judiciales, las calificaciones en clases y la mayoría de las competiciones. Tales juicios pueden estar equivocados, por supuesto, pero debido a que el objetivo es juzgarte correctamente, por lo general hay algún tipo de proceso de apelación. Si sientes que has sido juzgado mal, puedes protestar que has sido tratado injustamente.

Casi todos los juicios que se hacen sobre los niños son de este tipo, por lo que adquirimos el hábito temprano en la vida de pensar que todos los juicios lo son.

Pero en realidad hay una segunda clase mucho más grande de juicios donde juzgarte es sólo un medio para otra cosa. Estos incluyen la admisión a la universidad, la contratación en un empleo, las decisiones de inversión, y por supuesto, los juicios realizados en el noviazgo. Este tipo de juicio no es realmente acerca de ti.

Ponte en la posición de alguien seleccionando jugadores para un equipo nacional. Supongamos, por simplicidad, que este es un juego sin posiciones, y que tienes que seleccionar 20 jugadores. Habrá unas pocas estrellas que claramente deben estar en el equipo, y muchos jugadores que claramente no deberían. El único lugar donde tu juicio marca la diferencia es en los casos dudosos. Supongamos que te equivocas y subestimas al 20mo mejor jugador, lo que le ocasiona no formar parte del equipo, y su lugar fue tomado por el mejor 21ro. Aun así has elegido todavía un buen equipo. Si los jugadores tienen la habitual capacidad de distribución, el 20mo mejor jugador será sólo ligeramente peor que el 21ro. Probablemente, la diferencia entre ellos será menor que el margen de error.

El 20mo mejor jugador puede sentir que ha sido juzgado mal. Sin embargo, tu objetivo no era ofrecer un servicio de estimación de la capacidad de las personas. Se trataba de elegir un equipo, y si la diferencia entre el 20mo y 21ro mejor jugador es menor que el margen de error, todavía has hecho eso de manera óptima.

Es incluso una analogía falsa usar la palabra injusto para describir este tipo de equivocaciones. No está orientada a producir una estimación correcta de un individuo determinado, sino a seleccionar un conjunto razonablemente óptimo.

Una cosa que nos desorienta es que el seleccionador parece estar en una posición de poder. Eso lo hace parecer como un juez. Si consideras que alguien te juzga como cliente en lugar de como juez, la expectativa de justicia desaparece. El autor de una buena novela no se quejaría de que los lectores fueron injustos por preferir un libro que solo sirve para calentar la caldera pero que resulta atractivo por tener una cubierta brillante. Estúpido, tal vez, pero no injusto.

Nuestro entrenamiento temprano y nuestro egocentrismo se combinan para hacernos creer que toda valoración de nosotros es sobre nosotros. De hecho la mayoría no lo son. Este es un raro caso en el que ser menos egocéntricos hará que la gente se sienta más segura de si misma. Una vez que te das cuenta de lo poco que la mayoría de la gente que te juzga se preocupa por juzgarte con precisión —una vez que te des cuenta de que, debido a la distribución normal de la mayoría de los grupos de candidatos, importa menos juzgarte con exactitud precisamente en los casos en que juzgarte tiene el mayor efecto— no tomaras el rechazo como algo personal.

Y curiosamente, tomar el rechazo de manera menos personal puede ayudarte a ser rechazado con menos frecuencia. Si crees que alguien que te esta juzgando esta trabajando duro para juzgarte correctamente, puedes darte el lujo de ser pasivo. Pero cuanto más consciente estés de que la mayoría de los juicios están muy influenciados por extraños factores al azar, —que la mayoría de las personas que te juzgan son más como un voluble comprador de novelas que un sabio y perspicaz magistrado—, más te darás cuenta de que puedes hacer cosas para influir en el resultado.

Un buen lugar para aplicar este principio es en las solicitudes universitarias. La mayoría de los estudiantes de bachillerato que están solicitando entrar a la universidad lo hacen con la usual mezcla infantil de inferioridad y egocentrismo: inferioridad al asumir que los comités de admisión deben ser omniscientes; egocentrismo al asumir que a los comités de admisión les importan lo suficiente como para investigar en su solicitud y averiguar que tan buenos son. Esto se combina para hacer que los solicitantes sean pasivos en la solicitud y los dañe cuando se les rechaza. Si los solicitantes universitarios supieran lo rápidos e impersonales que son casi todos los procesos de selección, harían más esfuerzos por venderse, y tomarían el resultado de manera menos personal.

 


 

Traducido de Two Kinds of Judgement por Paul Graham. Traducción Armando Alvarez