LA ACELERACIÓN DE LA ADICCIÓN


Julio de 2010

Lo qué el licor, los cigarrillos, la heroína y el crack tienen en común es que son todas formas más concentradas de predecesores menos adictivos. La mayoría, si no todas las cosas que describimos como adictivas lo son. Y lo más aterrador es: el proceso que las creó se está acelerando.

No querríamos detenerlo. Es el mismo proceso que cura las enfermedades: el progreso tecnológico. El progreso tecnológico significa hacer que las cosas hagan más de lo que queremos. Cuando lo que queremos es algo que realmente deseamos, consideramos los avances tecnológicos como buenos. Si alguna técnica nueva hace que las células solares sean x% más eficientes, parecerá estrictamente mejor. Cuando el progreso concentra algo que realmente no deseamos, —cuando transforma el opio en heroína— parece malo. Pero es el mismo proceso en funcionamiento. [1]

Nadie duda que este proceso se está acelerando, lo que significa que un creciente número de cosas que nos gustan se transformaran en cosas que nos gustan demasiado. [2]

Hasta donde yo sé no hay una palabra para algo que nos guste mucho. La más cercana es el sentido coloquial de "adictiva". Ese uso se ha vuelto cada vez más común durante mi vida. Y está claro por qué: hay un número cada vez mayor de cosas para la que la necesitamos. En el extremo del espectro están el crack y las metanfetaminas. La alimentación ha sido transformada por una combinación de agricultura industrial e innovaciones en el procesamiento de alimentos en algo con mucho más atractivo inmediato para nuestro dinero, y puedes ver los resultados en cualquier ciudad de los Estados Unidos. Las Damas y el Solitario han sido sustituidos por World of Warcraft y Farmville. La TV se ha hecho mucho más atractiva, y aún así no puede competir con Facebook.

El mundo es más adictivo de lo que era hace 40 años. Y a menos que las clases de avances tecnológicos que produjeron estas cosas estén sujetas a leyes diferentes que los avances tecnológicos en general, el mundo será más adictivo en los próximos 40 años de lo que lo fue en los últimos 40.

Los próximos 40 años nos traerán algunas cosas maravillosas. No quiero dar a entender que todas deban ser evitadas. El alcohol es una droga peligrosa, pero prefiero vivir en un mundo con vino que en uno sin él. La mayoría de la gente puede coexistir con el alcohol; pero hay que tener cuidado. Más cosas que nos gusten significará que habrá más cosas con las que tendremos que tener cuidado.

Por desgracia, la mayoría de la gente no lo hará. Lo que significa que a medida que el mundo se vuelve más adictivo, los dos sentidos en los que uno puede vivir una vida normal serán llevados cada vez más lejos. Un sentido de "normal" es estadísticamente ordinario: lo que todos hacen. El otro es el sentido que queremos decir cuando hablamos del rango de funcionamiento normal de una máquina: lo que funciona mejor.

Estos dos sentidos están ya bastante separados. Alguien que trata de vivir bien parecerá excéntricamente abstemio en la mayor parte de los Estados Unidos. Ese fenómeno sólo se hará más pronunciado. Probablemente puedes considerar como una regla que a partir de ahora si la gente no piensa que eres raro, estás viviendo mal.

Las sociedades eventualmente desarrollan anticuerpos contra nuevas cosas adictivas. He visto eso suceder con los cigarrillos. Cuando recién aparecieron, se propagaron de la forma en que una enfermedad infecciosa se propaga a través de una población previamente aislada. Fumar se convirtió rápidamente en una cosa (estadísticamente) normal. Había ceniceros por todas partes. Teníamos ceniceros en nuestra casa cuando yo era niño, a pesar de que ninguno de mis padres fumaba. Los teníamos para los huéspedes.

Conforme se supo acerca de los peligros de fumar, las costumbres cambiaron. En los últimos 20 años, el tabaquismo ha pasado de ser algo que parecía totalmente normal a un hábito bastante sórdido: de algo que las estrellas de cine hacían en fotos publicitarias a algo que pequeños grupos de adictos hacían frente a las puertas de los edificios de oficinas. Gran parte del cambio se debió a la legislación, por supuesto, pero la legislación no podría haber ocurrido si las costumbres no hubieran ya cambiado.

Sin embargo, tomó un tiempo—del orden de 100 años. Y a menos que la tasa a la cual los anticuerpos sociales evolucionan pueda aumentar hasta igualar el ritmo acelerado en que el progreso tecnológico arroja nuevas adicciones, seremos cada vez más incapaces de confiar en que nos protejan nuestras costumbres. [3] A menos que queramos ser los canarios en la mina de carbón de cada nueva adicción —las personas cuyo triste ejemplo se convierte en una lección para las generaciones futuras— tenemos que descubrir por nosotros mismos lo que debemos evitar y cómo. De hecho, será una estrategia razonable (o una estrategia más razonable) sospechar de todo lo nuevo.

De hecho, ni siquiera eso será suficiente. Tendremos que preocuparnos no sólo de las cosas nuevas, sino también del que las cosas existentes se hagan cada vez más adictivas. Eso es lo que me mordió. He evitado la mayoría de las adicciones, pero la Internet me atrapó porque se volvió adictiva mientras la usaba. [4]

La mayoría de las personas que conozco tienen problemas con la adicción a Internet. Todos estamos tratando de entender nuestras propias costumbres para librarnos de ella. Es por eso que no tengo un iPhone, por ejemplo; la última cosa que quiero es que la Internet me siga por el mundo. [5] Mi último truco es tomar largas caminatas. Solía ​​pensar que correr era una mejor forma de ejercicio que el senderismo, por que tomaba menos tiempo. Ahora, la lentitud del senderismo me parece una ventaja, porque cuanto más tiempo paso en el camino, más tiempo tengo para pensar sin interrupción.

Suena bastante excéntrico, ¿no? Siempre será así cuando estés tratando de resolver problemas donde no existan aún costumbres que te guíen. Tal vez no pueda escudarme en la navaja de Occam; [a] quizás simplemente soy excéntrico. Pero si estoy en lo cierto acerca de la aceleración de la adicción, entonces este tipo de solitario retorcerse para evitarla será cada vez con mayor frecuencia el destino de cualquier persona que quiera hacer cosas. Cada vez con mayor frecuencia seremos definidos por lo que rechacemos.




Notas

[1] ¿Puedes restringir el progreso tecnológico a las áreas donde lo quieres? Sólo de una manera limitada, sin convertirte en un estado policial. E incluso entonces tus restricciones tendrían efectos secundarios indeseables. El progreso tecnológico "bueno" y "malo" no está claramente diferenciado, por lo que encontrarías que no podrías frenar este último sin disminuir también el primero. Y, en cualquier caso, como lo demuestran la prohibición y la "guerra contra las drogas", las prohibiciones a menudo hacen más daño que bien.

[2] La tecnología siempre se ha estado acelerando. Según los estándares del Paleolítico, la tecnología se desarrolló a un ritmo vertiginoso en el período neolítico.

[3] A menos que produzcamos en masa las costumbres sociales. Sospecho que el reciente resurgimiento del cristianismo evangélico en los Estados Unidos es en parte una reacción a las drogas. En su desesperación, las personas buscan el mazo; si sus hijos no los escuchan, tal vez escuchen a Dios. Pero esa solución tiene consecuencias más amplias que simplemente hacer que los niños le digan no a las drogas. Terminas diciendo no a la ciencia también.

Me preocupa que podamos estar dirigiéndonos hacia un futuro en el que sólo unas pocas personas trazarán su propio itinerario a través de lo desconocido, mientras todos los demás agendan un paquete turístico. O peor aún, hacen que el gobierno les agende uno.

[4] Las personas suelen usar la palabra "procrastinación" para describir lo que hacen en Internet. Me parece demasiado suave describir lo que está pasando como un mero no-hacer-trabajo. No lo llamamos procrastinación cuando alguien se emborracha en vez de trabajar.

[5] Varias personas me han dicho que les gusta el iPad, ya que les permite llevar la Internet a situaciones en las que una laptop sería demasiada llamativa. En otras palabras, se trata de un articulo de moda. (Esto es cierto para el iPhone también, por supuesto, pero esta ventaja no es tan evidente, porque se lee como un teléfono, y todo el mundo está acostumbrado a ellos.)

Gracias a Sam Altman, Patrick Collison, Jessica Livingston y Robert Morris por leer borradores de esto.

 


 

Traducido de The Acceleration of Addictiveness por Paul Graham. Traducción: Armando Alvarez



Notas del Traductor

[a] La navaja de Ockham (a veces escrito Occam u Ockam), principio de economía o principio de parsimonia (lex parsimoniae), es un principio metodológico y filosófico atribuido a Guillermo de Ockham (1280-1349) que establece: "En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla, suele ser la correcta". Según esto, cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja.